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Editorial 

El proceso de paz colombiano en 2016 termina en materia de paz con dos escenarios centrales, de un lado, la aprobación de un Acuerdo Final producto de la mesa de negociación entre el gobierno nacional y las FARC- EP y la discusión en el Congreso de las medidas más urgentes bajo el mecanismo de fast track para iniciar el proceso de implementación. Y de otro, con el anuncio por parte del gobierno y el ELN de la reanudación de las conversaciones en este mes de enero de la que se ha llamado la Mesa de Quito después de fuertes tensiones y desacuerdos entre las partes sobre las condiciones y gestos para avanzar en la agenda pactada y anunciada públicamente.

Con relación a la mesa de La Habana, en materia de los derechos de las mujeres, existen diversas posiciones sobre los logros alcanzados en el acuerdo. De hecho, para muchos sectores del movimiento de mujeres la discusión trazada alrededor de los resultados del plebiscito del 2 de octubre sobre la “ideología del género” dejó instalada la sensación de que Colombia sigue siendo un país conservador en materia de cultura política y que prefiere no ahondar en las discusiones sobre los derechos de las mujeres y población LGTBI desde una perspectiva progresista.

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Si bien, finalmente existe un Acuerdo Final los desafíos y los retos continúan con la fase de implementación y verificación. Quizá uno de los retos más importantes es efectivamente lograr una implementación territorial que beneficie a amplios sectores sociales afectados por las dinámicas del conflicto, pero también claves como actores políticos en la construcción de una democracia más radical y menos aparente. Mientras los procesos de implementación avanzan, se espera que para el siguiente año la Mesa de Quito que ha planteado una importante posición con relación a la participación de la sociedad para la paz pueda ir consolidando un mecanismo eficaz al respecto y cuya concreción movilice las propuestas de las mujeres y del campo popular hacia un país menos desigual.

 

No obstante este panorama entorno a la paz no puede dejar de lado lo nefasto que resulta la agudización del modelo neoliberal en el país. La continuidad de un modelo extractivista, depredador de la naturaleza y la aprobación de medidas como la Reforma Tributaria que aumentan los impuestos y el costo de vida para los estratos bajos y medios, ponen en la encrucijada la construcción de una paz realmente justa, estable y duradera. Así que en el próximo periodo la paz continuará siendo todo un campo de disputa, tanto en materia de implementación del Acuerdo Final de La Habana como en el avance de la mesa de negociación de Quito, sin lugar a dudas los intereses de las élites y los del campo popular seguirán en confrontación en ambos escenarios.

En este boletín ponemos a disposición algunas de las propuestas construidas por mujeres de La Guajira y el Cauca entorno al proceso de paz que han sido acogidas en el texto del Acuerdo Final y otras que aún seguirán siendo motivo de exigibilidad y lucha, a través de las “Barajas para la paz”. Se trata de una serie de imágenes, diseñadas por la Corporación Cartografía Sur y algunos textos que condensan las propuestas más relevantes discutidas y posicionadas por procesos de mujeres en ambas regiones. En segundo lugar, presentamos el cortometraje “Paz libre y sin violencia” que presenta algunas de las propuestas de las mujeres en Santander de Quilichao y Sucre (Cauca) sobre el proceso de paz.

 

En tercer lugar, presentamos algunas entrevistas con mujeres lideresas de diversos sectores sobre su balance entorno a la paz y los derechos de las mujeres. A ellas les agradecemos por haber compartido con nosotras sus opiniones.  Finalmente, ponemos en circulación el Boletín “Sucre con voz de mujer” del grupo de mujeres Campesinas Vida y Territorio, cuya publicación ha sido apoyada por el Fondo Lunaria y en esta ocasión presenta algunas reflexiones sobre la paz desde el contexto de las jóvenes campesinas y el desarrollo de la escuela de formación política “PazArte”.

#PazLibreySinViolencia 

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