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Para goda cierta izquierda...

6 de abril de 2016

Por José Matamala

La observación de los colombianos y el cambio  es muy pertinente.  Sin duda, el temor a lo nuevo, que propiamente se llama misoneísmo,   no es propiamente una actitud revolucionaria.   El misoneísmo no solo es propio de las gentes ubicadas a la derecha del espectro político.  No es raro que también quienes se dicen  de  izquierda teman a  lo nuevo; algunos, maticemos.

 

En el temor a lo nuevo coinciden los fundamentalismos de derecha y de izquierda.  Alguien que por ejemplo crea que con la aparición del socialismo científico, la investigación posterior hecha en ámbitos  no proletarios es  ciencia burguesa decadente, por más que se diga revolucionario es medularmente reaccionario, mejor dicho, fundamentalista y detestable.

 

No  ocurrió hace mucho tiempo la repulsa a cierta producción musical muy del gusto de los jóvenes, con el argumento de que era música  ligada al vicio, imperialista, reaccionaria.  Así fue juzgado el rock en algunos países del socialismo real.

 

Como fue difícil que  se aceptaran desde los parámetros del realismo socialista las más audaces obras no figurativas, estableciéndose una ortodoxia que privaba  a los artistas de un ejercicio propio del arte de avanzada: la experimentación, motor del surgimiento de propuestas  que  enriquecen la renovación estética. 

 

Es posible que el miedo a lo nuevo se derive del temor a perder los privilegios.  Diría el secretario general,  rutinario y nada imaginativo,  que es mejor malo conocido que bueno  por conocer, o eso de que si todo funciona para qué cambiar. O quizás se deba  al facilismo  del que una  vez se persuadió de una razón suficiente que todo lo explica, desde entonces no se deja incomodar por ningún autor nuevo o una argumentación compleja.

 

Alguien objetará  que la novedad hay que distinguirla de la novelería,  o que en las cosas que aparecen como nuevas  se esconden en ocasiones la mala calidad,  la superficialidad  o  la impostura.   Sí, ya se sabe  que “no hay  nada  nuevo bajo el sol”, como decía el prefecto de disciplina.

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